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A INHIBICIÓN DEL MORDISCO
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Que los cachorros muerdan es normal, natural y forma parte de su comportamiento vital, que jueguen a morder es el modo de que desarrollen una adecuada inhibición del mordisco y una boca blanda. Pero en el caso del Perro de Montaña de los Pirineos –aunque, debido a su especial idiosincrasia es muy difícil que muerda para hacer daño y en todo caso sólo lo haría en situaciones límite- este aspecto cobra la máxima importancia dada la extraordinaria potencia de sus mandíbulas. Cuanto más muerda el cachorro de Montaña y cuanto mejor sea su aprendizaje al respecto, menos peligrosos serán sus dientes cuando sea adulto. Los cachorros que no mordisquean ni muerden, son los que pueden causar daños más serios al llegar a la edad adulta.

LA INHIBICIÓN DEL MORDISCO

A pesar de que los afiladísimos dientes del cachorro de Montaña pueden lastimar, al tener débiles las mandíbulas pocas veces llegan a causar daños graves. El cachorro debe aprender durante su desarrollo y preferentemente antes de cumplir los cinco meses, que sus mordiscos pueden hacer daño pese a que su mandíbula no sea lo suficientemente fuerte todavía. Cuantas más oportunidades tenga de jugar a morder con personas, con otros perros o con otros animales, mejor será su inhibición del mordisco cuando sea adulto.

Así como es difícil socializar a un perro y prepararlo para cada posible eventualidad que pueda asustarlo, es fácil asegurarse de que durante su etapa de cachorro desarrolle una buena inhibición del mordisco. Incluso cuando se le provoca para que muerda, un perro con una buena inhibición del mordisco pocas veces llega rasgar la piel. Siempre y cuando el mordisco del perro no cause daño o sea leve, la modificación del comportamiento es relativamente fácil, pero cuando el perro, ya adulto, causa heridas profundas, la rehabilitación es mucho más complicada, lleva más tiempo y es potencialmente peligrosa.

Cuando se trata de Montañas que se supone que pasarán la mayor parte del tiempo rodeados de gente, la combinación de una buena familiarización y una insuficiente inhibición del mordisco, puede resultar realmente peligrosa. Pensemos en cualquier incidente que pueda cogerle por sorpresa: atraparle el rabo con la puerta del coche, caer sobre él por haber tropezado, pisarle el rabo o una pata accidentalmente... Dada la especial idiosincrasia del Montaña será difícil que llegue a reaccionar de forma agresiva, pero en el caso de que esto ocurriera, especialmente con personas fuera del ámbito familiar, si tiene una buena inhibición del mordisco, sus dientes rara vez van a entrar en contacto con la piel. Incluso si sus dientes entran en contacto con la piel, el “mordisco” inhibido no causará daño a o será muy leve.

INHIBICIÓN DEL MORDISCO CON PERSONAS

Es esencial que se realice de forma gradual y progresiva en un proceso sistemático de dos etapas: en primer lugar, inhibir la intensidad del mordisco , y en segundo lugar, reducir su frecuencia.

INHIBIR LA INTENSIDAD DEL MORDISCO.- El primer paso para que el Montaña deje de hacer daño es enseñarle a inhibir la fuerza de su mordida mientras juega. No es necesario regañar al cachorro y los castigos físicos deben ser desterrados definitivamente. Pero es esencial que se le haga saber que sus mordiscos pueden hacer daño. Un simple “¡ay!”normalmente es suficiente. Cuando se aparte tómate unos segundos para “lamerte las heridas”, pídele que se acerque, se siente, se eche (para pedir perdón y hacer las paces) y después reanuda el juego. Si el cachorro no reacciona ante tu grito aflojando o retirándose, una técnica que funciona es decirle “¡Se acabó!” y después salir de la habitación y cerrar la puerta. Deja al cachorro uno o dos minutos en período de aislamiento para que establezca la asociación entre el mordisco doloroso y la inmediata desaparición de su “juguete humano para mordisquear” favorito y después regresa para hacer las paces. Es importante que le demuestres que lo sigues queriendo pero que no te gustan los mordiscos que causan dolor. Pídele a tu cachorro que se acerque, se siente y después retoma el juego una vez más.

El siguiente paso es eliminar la presión del mordisco por completo, incluso aunque sus mordiscos ahora ya no hagan daño. Mientras tu cachorro está mordisqueando “su juguete humano”, espera a que un mordisco sea más fuerte que los demás y responde como si de verdad hubiera sido dolorosísimo (aunque no haya sido así): “¡Ay duele!”, “¡más suave!”, “¡me has hecho daño!”. Tu cachorro pensará: “estos humanos son tan, tan sensibles... Voy a tener que ser muy cuidadoso con su piel cuando cierre mi boca”. Y eso es precisamente lo que tú quieres que piense: que tiene que tener cuidado cuando juegue con la gente.

El cachorro tiene que aprender antes de cumplir los cinco meses a no lastimar a nadie. Lo ideal es que a los cinco meses, es decir, antes de que desarrolle una mandíbula fuerte y los caninos de un perro adulto, ya no ejerza ninguna presión cuando muerda.

REDUCIR LA FRECUENCIA DE LOS MORDISCOS.- Una vez que el cachorro ha aprendido a morder con suavidad, habrá llegado el momento de reducir la frecuencia de este hábito. Debe aprender que no hay ningún problema en que lleve objetos en su boca, pero que tiene que soltarlos cuando se le ordena. ¿Por qué? Porque resulta incómoda tomar una taza de café o contestar al teléfono con 30 kilos de cachorro colgando de la muñeca. Ésa es la razón.

Es preferible enseñarle antes “deja”, utilizando comida como distracción y como premio. El trato es el siguiente: cuando yo digo “deja”, si tú no tocas la bola de pienso que tengo en la mano durante un segundo, yo de tiré “toma” y será tuya. Una vez que el cachorro domine esta tarea tan fácil, sube la apuesta a dos o tres segundos y después a cinco, ocho, doce, veinte, etc. Cuenta los segundos y prémialo por cada uno de ellos: “¡muy bien!”, uno; “!muy bien!”, dos; “!muy bien”!, tres, y así sucesivamente. Si el cachorro toca la bola de pienso antes de que tú se la des, vuelve a empezar de cero. Aprenderá enseguida que una vez que has dicho “deja” no puede acceder a la bola de pienso hasta que hayan pasado unos ocho segundos, por ejemplo, así que la forma más rápida de obtener el premio es no tocarlo durante este tiempo. Además darle de comer en tu mano durante este ejercicio favorece el desarrollo de una boca blanda.

Una vez que el cachorro entiende la orden “deja”, utiliza comida como señuelo y premio para enseñarle a soltar lo que tenga en la boca. Dile: “deja” y preséntale una bola de pienso a modo de señuelo para incitarlo a soltar lo que lleva; después prémialo y dale el pienso como premio por haberlo hecho. Lo más importante del ejercicio es conseguir que el cachorro abandone el hábito de llevar objetos en su boca, así que cada vez que obedientemente deje el objeto y desista de alcanzarlo, reanuda el juego una vez más. Además, dado que el cachorro quiere llevar objetos en su boca, el mejor premio por no hacerlo es permitirle que lleve el objeto de nuevo. Cuando decidas finalizar la sesión, dale un cono relleno de pienso.

Si alguna vez el cachorro se niega a soltar tu mano cuando se lo pides, dile “duele”, retira rápidamente la mano de su boca y sal inmediatamente de la habitación murmurando: “¡ya lo has estropeado!, ¡se acabó!, ¡es el fin!, ¡se acabó! Y cierra la puerta delante de sus narices. Déjalo solo un par de minutos y después vuelve, llámalo haz que se siente y haz las paces antes de continuar el juego de llevar objetos.

Cuando tenga cinco meses, su boca debe ser tan blanda como la de un viejo Labrados Retriever de catorce años: el cachorro no debe intentar agarrarte con su boca si no se lo pides antes, no debe ejercer ninguna presión cuando lleve algo en la boca y debe soltar y tranquilizarse inmediatamente en cuando se lo indiques.

Tu tendrás que decidir si le permites o no a tu Montaña adulto que te agarre con su boca cuando se lo pides. Es recomendable que eduques a tu Montaña de manera que éste haya dejado ya de agarrar a la gente con la boca cuando tenga entre seis y ocho meses. De todos modos es esencial continuar los ejercicios de inhibición pues la mordedura del perro empezará a cambiar y se hará cada vez más fuerte según va creciendo.

Es importante darle de comer en la mano con regularidad. Y para los dueños que ejercen un buen control sobre sus perros no hay mejor manera de mantener la boca blanda que jugando a pelearse con cierta regularidad.

INHIBICIÓN DEL MORDISCO CON OTROS PERROS

Las peleas entre perros ofrecen un maravilloso ejemplo de la efectividad de una inhibición del mordisco sólida. Cuando los perros se pelean es normal que por el ruido parezca que se están matando y se muerden con fuerza una y otra vez, pero cuando se resuelve la refriega y se los examina, resulta que, a pesar de todo, el 99% de los mordiscos no han producido heridas profundas. Incluso cuando la pelea ha sido de una intensidad frenética y ambos perros acabaron agotados, no se produjo ningún daño, porque ambos tenían una inhibición del mordisco fantástica, adquirida mientras todavía eran cachorros. Los cachorros se enseñan unos a otros a inhibir el mordisco cuando juegan a pelearse, su actividad favorita número uno.

Si no hay otros perros en casa con los que tu cachorro pueda jugar, esta cuestión no puede dejarse a un lado, tienes que enseñarle a inhibir el mordisco hasta que tenga la edad de salir fuera. Entonces, es interesante que tan pronto haya desarrollado la suficiente inmunidad, como para aventurarse a salir fuera de casa (a los tres meses y medio como muy pronto), lo pongas en contacto con otros perros para que recupere lo antes posible un buen grado de socialización.

UN GRAN ERROR

Un error muy común es castigar a los cachorros para que dejen de morder. Puede ser que el cachorro deje de morder a aquellos miembros de la familia que son capaces de castigarlo de forma efectiva, pero, en su lugar dirige sus mordiscos hacia aquellos que no ejercen ningún control sobre él, los niños, por ejemplo, y en este caso se le reprime severamente. Y en el caso de que el cachorro no haga amago de agarrarlos con la boca, los padres no son conscientes del peligro implícito. Y peor aún, puede ser que el cachorro no haga amago de agarrar con la boca a nadie, por lo tanto no se le enseña a inhibir la intensidad de sus mordiscos. Todo va bien hasta que un día alguien le pisa la pata por accidente o le atrapa el rabo con la puerta del coche y es entonces cuando el perro muerde y las heridas son profundas porque no adquirió una suficiente inhibición del mordisco.

 
JOAN FERRER i SIRVENT
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