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RRORES QUE NO DEBEN COMETERSE EN LA EDUCACIÓN DEL CACHORRO - IV
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ENSEÑÁNDOLE A HUIR CUANDO LO LLAMAS .-

Es bastante común que nos preguntemos: ¿porqué el Montaña se escapa cuando se le llama? o, ¿porqué cuando más se le llama más se escapa?, y para añadir más confusión a esta actuación decimos: y además, parece como si el Montaña supiera que está actuando mal, ya que se nota como asustado, como si sintiera culpa por lo que está haciendo.

Para intentar dar una respuesta coherente a estas preguntas hemos de analizar qué es lo que ocurre en la mente del Montaña e invertir la situación.

Supongamos que queremos enseñarle a nuestro cachorro de Montaña la orden de “no vengas”. Lo primero que hemos de hacer es llamarlo y decirle “no vengas” pero como que el cachorro no entiende esta orden vendrá hacia nosotros con toda seguridad, y cuando lo haga, nos enfadamos y lo regañamos. De esta forma el cachorro asociará que la expresión “no vengas” significa que no debe acercarse a nosotros, puesto que luego de esa expresión, su acercamiento desembocó en la experiencia negativa de nuestro enfado y regaño.

Ese mismo método es el que aplican muchos propietarios de perros para enseñarles A VENIR cuando los llaman. La diferencia está en que en lugar de decir “no vengas”, les dicen “ven aquí”.

También puede pasar que cuando llamamos al cachorro diciéndole “ven aquí”, -y como es natural en un cachorro tarda un poco en acudir- y cuando lo hace lo regañamos, el perro no va a asociar esta experiencia negativa con el hecho de haberse demorado en venir, sino con el hecho de haber acudido a nuestro lado. El mecanismo es simple: le decimos “ven aquí”, se acerca y como resultado lo regañamos. Entonces, la asociación que hace su cerebro es que “ven aquí” significa que no debía acercarse a nosotros. Y si además, nos ve enfadados y disgustados, entonces actúa como si sintiera culpa por haber hecho algo mal. Además, no comprende cuál es el motivo por el cual su dueño sigue disgustado, ya que lo ha obedecido, ha obedecido a lo que él ha aprendido de acuerdo con un método erróneo.

Por tanto, si deseamos que el cachorro acuda a nosotros cuando lo llamamos, debemos de asegurarnos de que asocie el acto de acudir con una sensación de placer, de bienestar. Debe relacionar el acto de acudir con una felicitación, con una aprobación. Y si tardó mucho en llegar a nosotros no tenemos que regañarlo por haberse demorado. Nosotros deberíamos poder explicarle que lo estamos regañando, no por no haber acudido, sino por haber tardado en acudir, algo que es absolutamente incomprensible para la sencilla mente canina, porque se requeriría toda una explicación de tiempos que está más allá de su comprensión.

Otro error que a menudo se comete es llamar a nuestro cachorro con excesiva seriedad y rigidez. Con la idea de tratar de expresar una actitud de autoridad, muchos propietarios llaman a su cachorro demostrando severidad. Y si se demora un poco en acudir, esta severidad se transforma en disgusto o enojo. Actuando así, estamos dando al cachorro un mensaje inequívoco de agresión, porque todos nuestros gestos corporales le están indicando que estamos a punto de agredirlo. Nuestra postura denota este estado de disgusto amenazante, con lo cual no estamos invitándolo a acercarse. Por el contrario, estamos diciéndole claramente que la frase “ven aquí” significa que no debe acercarse bajo ningún motivo.

Por tanto, cuando llamemos a nuestro cachorro debemos estar en una posición de absoluta amabilidad, debemos estar invitándolo a acercarse, que todo nuestro cuerpo y gestos le den un mensaje de afecto.    

En consecuencia y como corolario, podemos decir que si cuando llamamos al cachorro lo hacemos con demasiada severidad o si cuando se acerca le regañamos o castigamos, acabamos de cometer el peor error en su educación, error que será muy difícil de corregir en el futuro.

Hemos de acostumbrarnos a usar el lenguaje canino, aprender a comunicarnos con el cachorro, a darle mensajes claros, inequívocos, lógicos y simples para una mente canina que tiene mecanismos también simples.

 
JOAN FERRER i SIRVENT
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