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OMO EVITAR QUE EL CACHORRO MUERDA LO QUE NO QUERAMOS QUE MUERDA
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Desde los tres hasta los siete meses, los perros sienten una necesidad irreprimible de morderlo todo para acelerar el reemplazo de los dientes de leche por los definitivos.

No nos empeñemos en intentar que nuestro pequeño amigo deje de morder lo primero que encuentre a su paso. Esta actividad es completamente normal y necesaria para que la dentadura se desarrolle correctamente. La solución pasa por ofrecer al cachorro objetos diseñados específicamente para esta actividad y prohibirle que muerda todo lo demás.

Para que al perro le resulten atractivos estos objetos, una buena idea es darle alguno de los huesos que venden las tiendas especializadas. Este tipo de objetos, aparte de aplacar su necesidad de morder, le permiten ejercitar la mandíbula y atenuar las molestias que le causan la salida de los dientes. Como a los cachorros les encanta la diversificación, lo mejor es que le compremos dos o tres juguetes de plástico o de goma, para que esté siempre entretenido.

En la mayoría de los casos, necesitaremos mucha paciencia para enseñar al cachorro qué es lo que puede y lo que no puede morder. Una buena táctica es que cada vez que vaya a morder algo "prohibido", le "caiga algo del cielo". Esta técnica requiere estar muy pendiente del cachorro. Cuando veamos que se acerca a algo prohibido para hincarle el diente, tiraremos un objeto al suelo, de forma que haga ruido y el cachorro se vea sorprendido. Otra posibilidad es rociarle con un poco de agua cuando vaya a cometer la infracción. Es importante que el cachorro no sepa que somos nosotros quienes provocamos el castigo, de forma que cuando se encuentre solo en casa crea que también se puede producir.

Es muy importante desconcertar al cachorro, pero sin asustarle demasiado. Lo que nos interesa es que cada vez que va a morder aquel objeto ocurre "algo". Seguramente, el ruido le causará un sobresalto. En este momento, llamémosle amablemente para que se dé cuenta de nuestra presencia. Lo más probable es que el cachorro corra junto a nosotros en busca de protección. Entonces, tras algunas caricias y como recompensa por su buena conducta, démosle alguno de los objetos que sí puede morder. No olvidemos que el perro se muestra mucho más obediente ante un dueño que ofrece recompensas que ante uno que sólo pega.

Pero, a veces, el problema con el cachorro no es que muerda objetos, sino que muerda la mano de alguien. De pequeño se ha acostumbrado a jugar con sus hermanos y, en algunas ocasiones, cuando juegan con sus dueños se les escapa algún mordisco. En estos casos, la primera reacción de muchas personas es reñir al animal. Sin embargo, con esta actitud sólo conseguiremos confundirlo más, ya que no comprenderá por qué se le riñe si él sólo estaba jugando. Lo mejor es que, en cuanto nos muerda, reaccionemos enseñándole algún juguete, para que el cachorro se olvide de nuestra mano y centre su atención en el objeto.

Por supuesto, el perro no adquirirá este hábito de forma instantánea e incluso es posible que se resista a abandonar esta práctica. En estos casos, otra posibilidad para evitar que nos muerda es simular que con el mordisco nos ha hecho mucho daño. Cuando demos muestras de dolor, el perro se acercará moviendo la cola e intentará lamernos la mano para que lo perdonemos.

Sea cuál sea la opción que elijamos para educar a nuestro cachorro, siempre debemos mostrarnos coherentes y justos. Y no olvidemos nunca recompensar a nuestro amigo cuando responda de forma favorable a nuestras expectativas.
 
JOAN FERRER i SIRVENT
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