Hay perros que les causa un auténtico pánico subir en el coche dando con ello unas pautas de comportamiento no deseadas como son temblores, nerviosismo, hiperventilación y salivación excesiva. En estos casos, deberíamos preparar un programa de desensibilización destinado básicamente a eliminar de una manera progresiva y eficaz este comportamiento.

Como nuestra intención es convertir al vehículo en un lugar agradable, para este propósito resultará de gran ayuda que utilicemos cualquier reforzados positivo que estimule al perro, por ejemplo, la comida o un juguete. También, si el caso lo requiere, podemos consultar con nuestro veterinario para que nos prescriba algún tranquilizante, que sólo usaremos si fuera necesario y en pequeñas dosis, para mantenerlo algo más tranquilo los primeros días de casa fase o cuando sufra recaídas en la terapia.

Empezaremos subiendo al perro, al coche, sin poner en ningún momento el motor en marcha y estando en su interior como mucho un minuto. Si dentro del vehículo muestra un temperamento más sereno o tranquilo al que mostraba, lo halagaremos y al sacarlo del coche lo elogiaremos y premiaremos por su valor, además lo incitaremos al juego o lo llevaremos paseando a sus lugares favoritos. Cada día iremos añadiendo un minuto más de permanencia en su interior hasta llegar a 15 minutos, por ejemplo.

Superada esta fase, el siguiente paso a dar es hacer lo mismo aunque una vez dentro pondremos el motor en marcha, aunque sin mover en ningún momento el coche. Comenzaremos con los mismos intervalos de tiempo que en la etapa anterior, e iremos aumentándolos de forma parecida. También actuaremos de igual manera a la hora de halagarlo y premiarlo si da muestras de valor. Sin embargo, si se comporta de forma temerosa nos mostraremos más bien indiferentes hacia el, pues de lo contrario, si lo intentásemos tranquilizar acariciándolo y hablándole, sólo conseguiríamos reforzar su miedo.

Cuando nos parezca que tolera y se comporta de una manera más o menos normal cuando está en el interior del automóvil con el motor en marcha ha llegado el momento de hacer pequeños desplazamientos. Los primeros días podemos dar una simple vuelta a la manzana, tras lo cual lo sacaremos del coche, lo elogiaremos jugaremos con él y lo pasearemos. Cuando demuestra que tolera estas pequeñas vueltas en automóvil, podemos probar a darle una vuelta más grande. Tras unos días, iremos alargando siempre progresivamente los recorridos con el fin de llegar a destinos que lo estimulen, por ejemplo, un parque donde juegue con otros perros, un estanque, de visita a casa de un familiar o amigo al que aprecia, etc.

Como podemos deducir, estas son pautas de tiempo orientativas que varían según el caso, pues cada perro es un mundo, y podrán hacerse más lentas o más rápidas según sus progresos. Eso sí, llegar a solucionarlo requiere mucha paciencia y constancia por nuestra parte, además de cariño y comprensión.