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AS ETIQUETAS PUEDEN SER ENGAÑOSAS
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Este artículo tiene por objeto hacer una serie de consideraciones respecto a la formulación obligatoria que figura en los alimentos preparados destinados a nuestros perros. En ella, como sabemos, se consignan los porcentajes de proteína y grasa bruta, cenizas, humedad, calcio, fósforo, cobre, vitaminas, y a veces, otros componentes.

Cuanto tomamos la decisión de comprar un alimento u otro, lo correcto sería comparar las distintas formulaciones detalladas en los envases y buscar la relación óptima de calidad/precio que más se adaptase a la raza y edad de nuestro animal. O dicho de otra manera, buscar el mejor producto a igualdad de precio. Simple y razonable, ¿verdad?. Sin embargo, las dificultades empiezan al no saber con exactitud el significado de los distintos componentes de las fórmulas.

Por lo tanto, intentaremos explicarlo tratando en primer lugar un elemento esencial: la proteína, uno de los principales nutrientes que necesita el perro para mantener y reparar los tejidos y para llevar a cabo el proceso de crecimiento y formación de estructuras corporales.

Aminoácidos esenciales y no esenciales. De los 20 aminoácidos que se combinan para formar las proteínas, algunos pueden ser sintetizados por el organismo, por lo que se denominan no esenciales (alanina, arginina, ácido aspártico, asparragina, cisteína, ácido glutámico, glutamina, glicina, prolina, serina y tirosina). Hay otros, los denominados aminoácidos esenciales o indispensables que, sin embargo, no pueden ser sintetizados por el organismo por lo que tienen que ser aportados por los alimentos, por la dieta. Estos son: histidina, isoleucina, leucina, lisina, metionina, fenilalanina, treonina, triptófano y valina. Hay también dos aminoácidos no esenciales que se forman a partir de otros esenciales: cisteína (y cistina) a partir de metionina y tirosina a partir de fenilalanina. Si la dieta no aporta suficiente cantidad de fenilalanina o si el organismo no puede transformar la fenilalanina en tirosina por algún motivo -como sucede en la enfermedad hereditaria denominada fenilcetonuria-, entonces la tirosina se convierte en esencial.

Valor biológico de una proteína. Depende de su contenido en aminoácidos esenciales. Durante la síntesis proteica deben estar presentes en las células todos los aminoácidos necesarios, si falta alguno, la síntesis puede fallar. Por ello, si la proteína ingerida contiene todos los aminoácidos esenciales en las proporciones necesarias para el organismo, se dice que es de alto valor biológico utilizable. Por el contrario, si sólo tiene pequeñas cantidades de uno de ellos (el denominado aminoácido limitante), será de menor calidad. En general, las proteínas de los alimentos de origen animal tienen mayor valor biológico que las de procedencia vegetal porque su composición en aminoácidos es más parecida a las proteínas corporales. Las proteínas de los huevos y de la leche tienen un valor biológico entre 0.9 y 1 (eficacia del 90-100%, por lo que se usan como proteínas de referencia, un concepto teórico para designar a la "proteína perfecta"); el valor biológico de la proteína de carnes y pescados es de 0.75 y 0.8; el de las legumbres es de 0.6; el de los cereales es de 0.5; y el de la gelatina es de 0.

Digestibilidad de una proteína (o de cualquier otro alimento). Equivale a la proporción en que la misma puede ser absorbida por el conducto gastrointestinal. Así, determinada fuente tendrá un nivel de reabsorción de 70% mientras otra lo será de 90%. Proteínas como la del pelo tienen escaso poder de reabsorción dada su difícil descomposición. La digestibilidad de otras queda reducida como resultado del tratamiento al que han sido sometidas. Las temperaturas elevadas mantenidas durante largos períodos de tiempo que rigen en la preparación de los alimentos para perros pueden destruir una gran parte de la utilidad de las proteínas, incluso de valor biológico elevado, puesto que el calor provoca la combinación de algunas de ellas con determinados azúcares para dar compuestos que ya no pueden ser descompuestos por las enzimas digestivas del organismo.

Una vez definidos estos términos ya estamos en condiciones de plantear la problemática.

El fabricante solamente consigna la cantidad de proteína bruta y no la cantidad que el perro puede realmente asimilar. Entonces el alimento puede incorporar fuentes relativamente baratas que suministran al animal mucha menos proteína que lo que deja creer la etiqueta del producto. La mayoría de las personas ignoran que una expresión como "productos secundarios de la industria cárnica" puede encubrir, de hecho, harina de plumas de aves de corral, tejido conjuntivo, materia fecal de aves y otros animales, pelo de caballo y de vacuno. Productos que a veces se han usado o que puede que aún se usen para elevar considerablemente el contenido proteínico bruto, pero prácticamente desprovistos de todo valor nutritivo.

Al igual que ocurre con la proteína, otros ingredientes básicos, como los hidratos de carbono, las grasas y fibras, presentan grados de calidad y digestibilidad muy variables. Así, por ejemplo, los hidratos de carbono de un alimento blando, semi seco, pueden provenir de fuentes tan diversas y poco seguras como son el azúcar (sacarosa), el glicol de propileno y el jarabe de maíz. En cambio, otros productos podrán proceder de cereales completos. Conviene, pues, leer las etiquetas con gran cuidado.

Las grasas pueden provenir de ingredientes de buena calidad y en buen estado o ser grasas animales rancias, impropias para el consumo humano.

El contenido fibroso puede reflejar la cantidad presente en diversos ingredientes o, significar que se ha añadido un suplemento en la forma de cáscaras de cacahuete, pelo animal o, incluso papel de periódico.

Por consiguiente, el análisis que figura en la etiqueta de un alimento para perro no refleja exactamente su contenido. El mismo contenido genérico podría obtenerse mezclando proteínas de origen tan atípico como cuero de suelas de zapato, grasa y carbohidratos en la forma de aceite usado de carter de motor de coche y serrín de madera, respectivamente. En realidad no se llega a tales extremos, pero el comprador debe fijarse bien en las etiquetas y no fiarse de expresiones tan indefinidas con "harina", "derivados" o "extractos de derivados cárnicos".

Entonces, delante de este panorama, ¿que podemos hacer?. Pues varias cosas: en primer lugar consultar con el criador de nuestro amigo cual es el tipo de pienso más recomendable, teniendo en cuenta que en el Perro de Montaña de los Pirineos es totalmente desaconsejable alimentarlo con un pienso demasiado rico en proteína y energía, ya que con ello potenciaríamos demasiado su desarrollo, lo que podría desembocar en una problemática relacionada con las articulaciones. En segundo lugar, considerar la confianza y garantías que nos ofrezca el fabricante y las referencias que de él podamos obtener. Y en tercer lugar, comprobar en nuestros propios perros el resultado de la alimentación, teniendo en cuenta varios parámetros como son: la vitalidad y la salud, aspecto del pelo, peso, volumen y consistencia de las heces, fertilidad y viabilidad en las perras reproductoras u otros detalles que intuyamos puedan guardar relación con la alimentación.

 
JOAN FERRER i SIRVENT
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